Estoy rodeada de cipreses
pero sola,
entre aromas que embalsaman
el atardecer;
en un recinto callado,
en un jardín silencioso,
arrullado por la brisa azul cálida
y habitado por quienes nos dejaron;
los que callaron sus voces,
pero sus sonidos permanecen
enredados en el aire silente.
Se quedaron distraídos en las sombras
arrullados para siempre
por el color blanco del aire
que disipa el dolor del amor.
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