Era un hombre de rupturas,
el rebelde permanente,
el angustiado, irónico sutil
el que no da tregua.
Su única preocupación, el color
aquel que podía resucitar
al lienzo en blanco ya cadáver.
Era un pintor difícil, atribulado
capaz de poner en crisis la luz
de observar el amarillo desde el rojo
para encontrarle un sentido inesperado
Para quien el tiempo del deseo
se gesta en una soledad esencial.
Era un anacoreta en busca de la verdad
de los colores y los aromas.
Asomando su mirada en el tiempo
era el pintor de la noche lunar.
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