Celia Vázquez García
(Universidad de Vigo)
El interés por la educación literaria de la infancia, el sentimiento pedagógico innato en Blanca Ana Roig Rechou, a quien se brinda este homenaje, y su pasión por la investigación en literatura infantil y juvenil a lo largo de su vida me hicieron recordar a una figura señera de la literatura infantil colombiana que también vivía con pasión este sentimiento pedagógico: el escritor Rafael Pombo (1833-1912), poeta que dedicó tantos escritos a la infancia, considerado uno de los iniciadores de la LIJ de todos los países de habla hispana. Pombo, además, en su tierra y en el exilio, escribió siempre literatura infantil. Y aprovecho este momento para homenajear a ambos.
Fuera de Colombia, como ocurría con los autores que se dedicaban a escribir para la infancia, autores como él no llegaban a ser populares a nivel internacional para el público en general en el siglo XIX y comienzos del XX, pero sí para quienes desde siempre han tenido interés por la literatura para la infancia.
A nivel personal debo reconocer que mi hermana y yo fuimos unas privilegiadas de niñas porque nuestro padre nos regaló la maravillosa Historia y antología de la literatura infantil iberoamericana de Carmen Bravo Villasante, editada por Doncel y encuadernada en tela color verde con las letras en dorado. Eran dos tomos gruesos y el Tomo I me pertenecía. Aunque se titulaba “Literatura iberoamericana”, en el prólogo Bravo Villasante (1966:7) explicaba que, “por razones sentimentales de hermandad e idioma, se incluían Portugal y Brasil, así como Filipinas, ya que en estas islas el español era la segunda lengua, si no la primera en más de una ocasión.” De este modo, mi mirada se ensanchó. Podría repetir las palabras escritas por la propia autora de la recopilación que dice que “leer estos textos es como salir de viaje a unas regiones prodigiosas y vastísimas, donde se habla español o portugués y el horizonte se dilata gracias a la literatura” (Bravo Villasante, 1966:8). Y suscribo sus palabras cuando dice que “para mí misma este viaje ha sido un placer; he conocido muchas cosas que no sabía, me he reído y emocionado con muchas narraciones remotas, y la proximidad de los autores modernos me ha abierto nuevas perspectivas” (Bravo Villasante, 1966:8). De este modo, tuvimos la ocasión de leer a Rafael Pombo cuando ni siquiera sabía el alcance real de su popularidad en Colombia que conocí más tarde.
Muchos años después tuve la ocasión de viajar a Colombia y descubrir lo popular que era este autor en su país. Este escrito no me permitirá extenderme en la importancia de la figura de este poeta en la historia reciente de su país, con una niñez privilegiada, que se movió en el mundo del periodismo y la política, que fue soldado, traductor que vivió en Nueva York, que su labor como diplomático fue muy relevante, que fue un mecenas del arte e impulsor del desarrollo de ámbitos culturales en su país. Toda esta información se incluye en la magistral biografía de Beatriz Helena Robledo (2012), que supo recuperar a un Pombo casi inabarcable: uno de los grandes creadores románticos de América, también el nihilista que increpa a Dios por este viaje entre tinieblas y a la vez el costumbrista encantador.
Robledo nos habla de todos los Pombos: el que estudió ingeniería militar en Inglaterra, el que ingresó en la carrera diplomática, siendo destinado a Nueva York como secretario de la Legación sin sueldo, luego exiliado durante años en Estados Unidos, detractor con quienes les arrebataron Panamá, que formaba parte de Colombia y muy patriótico, crítico con una sociedad bogotana provinciana a la que intentó cambiar. El libro de Robledo muestra también a un Pombo con una imaginación poderosa y ávida de trascender la soledad de su corazón generoso.
Al morir a los setenta y nueve años, posiblemente víctima lenta de una alergia a las flores que le ofrecieron en su coronación pública como poeta de la patria, la figura de Pombo tiene la fascinación de un enigma: un hombre con una vida fascinante y a la vez un poeta íntimo, trascendente, melancólico y profundo y adorado por los niños que siguen leyendo sus poemas y cuentos.
Y todo lo referido a su incursión en el mundo de la literatura infantil comenzó cuando, viviendo en Nueva York, la Editorial Appleton le contrata la traducción y adaptación de algunas fábulas y cuentos para niños. Son los Cuentos pintados para niños, publicados en 1867, y los Cuentos morales para niños formales, en 1869. Los primeros son doce cuadernos ilustrados para niños, siete de ellos en verso: El renacuajo paseador, Simón el bobito, Pastorcita, Juan Chunguero, Los tres gatitos, La pobre viejecita, El pardillo, El gato bandido; tres en prosa: Aladino, La Venus dormida, Los tres osos; y dos en prosa y en verso: La Cenicienta y Nené Pulgada. En estos, el tema y el personaje son el juego mismo y el goce estético del lenguaje.
Como ejemplo de Cuentos pintados para niños, destacamos uno de los favoritos de los niños: “Pobre viejecita”
Érase una viejecita sin nadita que comer sino carnes, frutas, dulces, tortas, huevos, pan y pez Bebía caldo, chocolate, leche, vino, té y café, y la pobre no encontraba qué comer ni qué beber. Y esta vieja no tenía ni un ranchito en que vivir fuera de una casa grande con su huerta y su jardín Nadie, nadie la cuidaba sino Andrés y Juan y Gil y ocho criados y dos pajes de librea y corbatín Nunca tuvo en qué sentarse sino sillas y sofás con banquitos y cojines y resorte al espaldar Ni otra cama que una grande más dorada que un altar, con colchón de blanda pluma, mucha seda y mucho olán. Y esta pobre viejecita cada año, hasta su fin, tuvo un año más de vieja y uno menos que vivir Y al mirarse en el espejo la espantaba siempre allí otra vieja de antiparras, papalina y peluquín. Y esta pobre viejecita no tenía que vestir sino trajes de mil cortes y de telas mil y mil. Y a no ser por sus zapatos, chanclas, botas y escarpín, descalcita por el suelo anduviera la infeliz Apetito nunca tuvo acabando de comer, ni gozó salud completa cuando no se hallaba bien Se murió del mal de arrugas, ya encorvada como un tres, y jamás volvió a quejarse ni de hambre ni de sed. Y esta pobre viejecita al morir no dejó más que onzas, joyas, tierras, casas, ocho gatos y un turpial Duerma en paz, y Dios permita que logremos disfrutar las pobrezas de esa pobre y morir del mismo mal.
(Pombo, 2014:168)
Los Cuentos morales para niños formales también están formados por doce cuadernos con cuentos en verso con grabados: Tía Pasitrote, Mirringa Mirronga, El paseo, El ramillete de Celia, El álbum de Angelina, El rey borrico, Un banquete de chupete, Un sarao pericante, Chanchito, El conejo aventurero, El rey Chumpipe y Doña Pánfaga o el Sanalotodo para tartajosos y otros, El perro de Enrique, entre otros. El juego se prolonga en estos también, solo que aquí se tensa la habilidad verbal del escritor y se exige aún más al oído y a la conciencia del lector. Mostremos un ejemplo breve esta vez:
Lindo está Enrique, vestido
con su traje de escocés,
pero su perro es un dije
tan importante como él.
Aprende cuanto le enseñan,
supo siempre obedecer,
jamás ha mordido a nadie
y es aseado y cortés.
Si incurre en faltas, aguanta
el castigo que le den,
y aun besa humilde la mano
que corrigiéndolo esté.
Noble y fiel animalito,
quién no lo habrá de querer;
¡y cuántos niños conozco
que los cambiara por él!
(Pombo, 2014:229)
En dos semanas Rafael Pombo tiene listo el trabajo para la editorial. No es una simple traducción, sino cuentos, creados con su imaginación y adaptados con su deslumbrante inventiva que pasan a ser de su autoría. Nadie le puede acusar de plagio, su versión es totalmente nueva. Apela al ritmo y a la imagen para facilitar el aprendizaje.
De hecho, interesado por la formación de las nuevas generaciones y convencido de la importancia que tiene la lectura en el desarrollo del niño se inventa un Nuevo método de lectura, en verso, muy ameno y gracioso, elaborando un pequeño poema por cada letra del alfabeto. Rafael está convencido de la importancia de la poesía, tanto de la fuerza de las imágenes poéticas como del ritmo y de la rima a la hora de grabar en la memoria lo que se quiere aprender. También demuestra una gran valoración por la capacidad que tienen los niños para comprender y aprender si se cultiva su memoria. Añade que no se divierten con cuentos tontos, les gusta ser tratados como niños grandes por la ambición de serlo. No importa que no lo entiendan todo, ya lo entenderán más adelante. Pero también son revoltosos y por eso emplea la travesura, es decir, crea unos versos juguetones que a la vez enseñan y atrapan.
Rafael Pombo es buen conocedor del niño pues dice que son de natural egoísta, atentos a su conveniencia y que son por naturaleza crueles, a veces feroces y que tienden a burlarse del niño tímido, del indeciso y a suprimir la vida de todo lo que se mueve. No piensa como Rousseau. Considera que la piedad no es hija del instinto, hay que enseñarla a través de la moral y de la experiencia.
También escribió Fábulas y verdades para insistir en la educación de los niños. Virtudes como el amor filial, la gratitud, la higiene, el gusto por el trabajo y defectos como el egoísmo, la cobardía, la mentira, las malas maneras, materializan el universo imaginario de este libro a través de animales domésticos u objetos representativos del medio como son el coche, el arado o el reloj, entre otros.
Ejemplo de una fábula del libro:
Viendo que estaba ahogándose
una abejita,
una paloma tierna
se precipita,
y en una rosa
que le lleva en el pico
sálvala airosa.
Poco después la abeja
vio que en la loma
un cazador apúntale
a la paloma.
Vuela: en la mano
pícalo atroz, y el tiro
tuércese vano.
No hay ser tan miserable
que nunca pueda
pagarnos un servicio
que en su alma queda;
no hay mayor goce
que el de probar que el alma
lo reconoce.
(Pombo, 2014:92)
Es importante resaltar que en 1986 el expresidente Belisario Betancur logró que la casa donde vivió el escritor Rafael Pombo se convirtiese en una fundación que perpetuase la obra de este autor para los niños principalmente, porque su legado ha estado presente en la formación lectora de muchas generaciones de colombianos y seguirá estando por muchas más. Esta casa está situada en pleno centro histórico de Bogotá, en el barrio de la Candelaria, y su fachada conserva la huella republicana de la zona y su interior todavía guarda algunos detalles coloniales. Todavía pude conocer la fundación en este emplazamiento, pues treinta años después, este emblemático inmueble cambia de dueño en 2016 (cosas de la especulación y el magnífico emplazamiento) y la fundación se reparte en varios lugares diferentes según actividades hasta que en el 2018 la sede se establece en unas instalaciones del barrio de San Luis, en unas oficinas en un primer piso pero creo que, tristemente, el apoyo financiero ya no es el mismo.
Desde hace un poco más de veinte años, como dicta la ley, la obra de este autor infantil es de dominio público, lo que ha favorecido a las editoriales que se han animado a lanzar al mercado una gran variedad de ediciones de gran calidad, con el objetivo de que los niños de hoy sigan disfrutando de sus personajes, incluidos en sus fábulas, cuentos y poemas. Su rica e importante producción infantil terminó difuminando otras creaciones valiosas para adultos.
El cantante Carlos Vives ha sido uno de los artífices de que estos cuentos y fábulas, junto a otros músicos amigos, se llevasen al campo musical y se publicasen en El libro mágico de Pombo 1 en 2008, descubriendo en ellos musicalidades poéticas e historias que hablan de valores eternos e importantes en la educación infantil. El libro iba acompañado de un CD. Este primer libro no sólo recibió elogios de la crítica, sino que logró para Vives el Premio Grammy Latino en el 2009. En 2016 se publicó El Libro mágico de Pombo 2, también acompañado del álbum musical y con prólogo de Carlos Vives, lo que nos da idea de la importancia de Rafael Pombo en la literatura infantil colombiana y el afán de que este autor, padre de su literatura infantil, permanezca en la memoria de cada generación por méritos propios y que trascienda su huella a otros países.
Bibliografía
Bravo Villasante, Carmen (1966): Historia y antología de la Literatura Infantil Ibero-americana. Tomo I. Madrid: Doncel.
Pombo, Rafael (2014): Fábulas y verdades. Rafael Pombo. Selección: Carlos Nicolás Hernández. Bogotá: Panamericana.
Pombo, Rafael (2008): El Libro mágico de Pombo1. Bogotá: Planeta Junior
Pombo, Rafael (2016): El Libro mágico de Pombo2. Bogotá: Planeta Junior
Robledo, Beatriz Helena (2012): Rafael Pombo. La vida de un poeta. Bogotá: Vergara. Grupo Zeta.
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